
La obesidad ha sido considerada por décadas como un problema de peso, literalmente. Durante años, su diagnóstico ha estado basado en el Índice de Masa Corporal (IMC), un cálculo matemático que, aunque útil a nivel poblacional, ha demostrado ser una herramienta ineficaz para evaluar la salud general de una persona.
Así, un reciente informe publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology propone una redefinición radical de la obesidad, en la que deja de ser vista solo como un exceso de grasa corporal y pasa a ser reconocida como una enfermedad sistémica con consecuencias funcionales. ¿Qué significa esto? Que la obesidad no es sólo una cuestión de kilos de más, sino de cómo ese exceso de grasa afecta el funcionamiento de los órganos y tejidos.
Esta nueva definición surge en un momento en el que las tasas de obesidad han alcanzado niveles sin precedentes a nivel global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 650 millones de adultos viven con obesidad en todo el mundo y que este número sigue en aumento. Las implicancias para la salud pública y los sistemas de salud son enormes, haciendo urgente un enfoque más preciso para su diagnóstico y tratamiento.
En este artículo, exploramos los puntos clave de esta nueva definición y cómo podría cambiar la forma en que abordamos la obesidad.
De un Número a un Diagnóstico Complejo
La nueva definición de obesidad establece una distinción crucial entre preobesidad y obesidad clínica:
Pre-Obesidad: Se caracteriza por un exceso de grasa corporal sin alteraciones significativas en el funcionamiento de los órganos. Las personas en esta categoría tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2 o hipertensión, pero aún no han sufrido un daño evidente.
Obesidad Clínica: Se refiere al exceso de grasa que es de tal magnitud, que genera una enfermedad sistémica, afectando el funcionamiento de diferentes órganos como el corazón, los riñones, el hígado, los pulmones o la movilidad del paciente, llevando incluso a poner el riesgo la vida.
Esta distinción es clave para evitar tanto el sobrediagnóstico como el infradiagnóstico. Muchas personas con obesidad viven con problemas de salud no detectados porque su IMC no es lo suficientemente alto como para ser considerado problemático bajo los estándares actuales. Con la nueva definición, se busca asegurar que quienes realmente necesitan tratamiento lo reciban a tiempo.
¿Por qué un Cambio de Definición?
La medición de la obesidad basada en el IMC ha generado problemas en la práctica clínica. Algunas personas con un IMC alto pueden estar metabólicamente sanas, mientras que otras con un IMC normal pueden tener acumulación de grasa en órganos internos que afecta su salud. Por esta razón, los expertos proponen un enfoque diagnóstico más integral.
Ahora, para confirmar el diagnóstico de obesidad, se recomienda el uso de medidas adicionales como:
Perímetro de cintura
Relación cintura-cadera
Estudios de composición corporal como bioimpedancia o absorciometría de rayos X (DEXA)
Pruebas funcionales para evaluar la afectación de órganos
Además, la definición de obesidad como una enfermedad funcional permite incluir criterios clínicos como la reducción de la capacidad respiratoria, la resistencia a la insulina y la inflamación crónica, que antes se pasaban por alto en diagnósticos basados únicamente en el peso.
Esto permite diferenciar a las personas que necesitan intervención médica urgente de aquellas que pueden beneficiarse de estrategias preventivas. También podría cambiar la forma en que se estructuran los tratamientos y los seguros médicos, permitiendo mayor acceso a terapias basadas en evidencia.

Implicancias para el Tratamiento
Si la obesidad se reconoce como una enfermedad con manifestaciones clínicas específicas, los tratamientos deberán ajustarse a cada caso. Esto significa que:
Las estrategias de salud pública deberán enfocarse en la prevención de la preobesidad antes de que evolucione a obesidad clínica.
El acceso a tratamientos debe ser más equitativo, evitando la discriminación basada en el peso corporal y centrándose en criterios clínicos reales.
Los profesionales de la salud deberán cambiar su enfoque diagnóstico y terapéutico, priorizando el tratamiento basado en la funcionalidad y no solo en la reducción de peso.
Asimismo, la nueva definición podría permitir un acceso más amplio a tratamientos farmacológicos y quirúrgicos para quienes realmente lo necesiten. Hoy en día, muchos seguros de salud sólo cubren estos tratamientos si el paciente tiene un IMC muy alto o una enfermedad asociada. Con esta redefinición, el acceso al tratamiento podría basarse en la disfunción orgánica en lugar de un número arbitrario.
Combatiendo el Estigma del Peso
Uno de los aspectos más importantes de esta redefinición es la lucha contra el estigma del peso. Durante años, la obesidad ha sido vista como un problema de falta de voluntad o malos hábitos personales, cuando en realidad es una enfermedad compleja con múltiples factores genéticos, metabólicos y ambientales.
El artículo de The Lancet enfatiza que el estigma asociado con el peso es una barrera para el tratamiento adecuado. Muchas personas con obesidad evitan buscar atención médica por miedo a la discriminación, lo que agrava su estado de salud.
Además, este estigma ha llevado a que muchas personas internalicen la culpa por su peso, lo que puede generar problemas de salud mental como ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación. La nueva definición permite alejarse de esta narrativa dañina y enfocarse en soluciones médicas basadas en la evidencia.
Conclusión: Un Nuevo Enfoque para un Viejo Problema
La nueva definición de obesidad nos obliga a replantear nuestra manera de entender y tratar esta condición. Dejar atrás la visión simplista del IMC como único criterio diagnóstico y adoptar un enfoque basado en la salud funcional de cada persona es un paso esencial para mejorar la atención médica y la calidad de vida de quienes viven con obesidad.
Este cambio no sólo impactará la forma en que los médicos diagnostican y tratan la obesidad, sino que también influirá en políticas públicas, seguros de salud y la percepción social sobre el peso y la salud. En definitiva, estamos ante un cambio de paradigma que nos acerca a una visión más justa y científica de la obesidad.
Es crucial que esta redefinición sea difundida y aplicada en los sistemas de salud, la educación médica y la opinión pública. Solo así podremos garantizar que las personas con obesidad reciban el trato adecuado y el acceso a tratamientos eficaces sin ser juzgadas por su peso corporal.
En One Health creemos fielmente en este cambio de paradigma y desestigmatizar la obesidad. Inicia tu tratamiento en un lugar seguro, libre de juicios. Agenda tu hora con nuestro equipo de obesidad.
¿Qué opinas sobre esta nueva definición? ¿Crees que cambiará la forma en que vemos y tratamos la obesidad?
Referencias:
Rubino, F., Cummings, D. E., Eckel, R. H., Cohen, R. V., Wilding, J. P. H., Brown, W. A., Stanford, F. C., Batterham, R. L., Farooqi, I. S., Farpour-Lambert, N. J., & otros. (2025). Definition and diagnostic criteria of clinical obesity. The Lancet Diabetes & Endocrinology. Publicado en línea el 14 de enero de 2025. https://doi.org/10.1016/S2213-8587(24)00316-4
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